lunes, 14 de junio de 2010

Una aguja en un pajar

Es más complicado entender la reacción de los Estados ante la crisis económica, que encontrar la dichosa aguja en el pajar.
La compleja coyuntura en la que nos encontramos tanto en España, como en otros países de la Unión Europea, se ha agravado en los últimos meses, después de que Grecia mostrara todas sus cartas, esas en la que su situación económica no es la que querían vender. Una situación que ha puesto a España en el punto de mira, tanto por las instituciones y la comunidad internacional como por los medios locales y extranjeros. Todos vaticinaban que España era la próxima Grecia. Un paralelismo que el Ejecutivo se ha empeñado en negar. Pero ¿realmente España está al borde de la deriva?

Para entender un poco de que va la película, ahí van algunos datos: la deuda pública (aquello que debe el estado y se mide en porcentaje en base al PIB) y que es la joya de la corona, permite conocer el margen de maniobra que tiene el sector público para hacer frente a la crisis. España, actualmente, tiene una deuda pública acumulada que supera el 50% (en 1997, sin crisis económica mundial y con el PP al frente, rozaba el 70%) y se prevé que llegará al 72% en 2011. Mientras, Grecia supera el 100% del PIB y Portugal superará el 90% en próximo año.

Esta situación permite a España aumentar su deuda pública para poder hacer frente al humo negro, también conocido como crisis económica. Una opción que parece que el Gobierno se ha pasado por alto, o como mínimo, no ha aprovechado al máximo. Pero, a pesar de los datos objetivos, un shock como el griego hace temblar toda la credibilidad de nuestra capacidad de crecer económicamente y de mantener el pago puntual de la deuda española. Si los agentes del mercado financiero no confían en un mejor futuro para nuestra economía, preferirán comprar otros activos, y nos pedirán un mayor premio por su dinero prestado para financiar desequilibrios presupuestarios.

Antes que el Gobierno estuviera más endeudado, ZP ha preferido seguir las indicaciones del FMI y del Eurogrupo, el cual exigía un plan de ajuste de sus cuentas públicas sin precedentes y el que Zapatero también ha aplicado sin precedentes, cargando con el peso a los de siempre, trabajadores y pensionistas.
Y ante tanto revuelo, los medios de comunicación ¿han incentivado el caos informativo? Lo que parece es que han regularizado la situación económica extraordinaria, como si el plan de ajuste de la UE fuera lo más sensato posible y lo que menos perjudicaba a los ciudadanos, mientras que salvaban a los inocentes bancos que, casualmente, nos han llevado al crash del siglo XXI.
Nourel Roubini, profesor de la Unversidad de Nueva York, señalo que España representaba una amenaza para la zona euro. Una idea que también ha contado con el apoyo del Premio Nobel de Economía, Paul Krugman. Este advertía del riesgo, mayor que el de Grecia, si España caía en una grave crisis. Y desde la agencia de rating de deuda Moody's se dijo que España debería salir del euro. Algo totalmente absurdo, que sólo hace que sumar inseguridad a los inversores particulares y institucionales. Otro artículo que predecía el fin del mundo fue el publicado en el Finantial Times que alegaba que si España cae (no puede hacer frente a sus obligaciones -de deuda púbica-), Europa caería, y con ello EE.UU y la economía mundial en consecuencia se vería afectada en su recuperación.

Total, entre que los medios normalizan las extraordinarias medidas, agravan la inseguridad económica y que los gobiernos ,con un margen de maniobra para endeudarse y no tener que hacer pagar a los ciudadanos la crisis impuesta de arriba, al final la verdadera crisis tan sólo la vivimos algunos. Los mismos que siempre acabamos pinchándonos con la aguja en el pajar, aunque ni si quiera la estuviéramos buscando



Marta Sánchez